El no-jardín de Sergio Gómez no es un lugar de certezas ni de belleza fácil. Es un espacio que nos reta a encontrar significado en lo que normalmente ignoramos, en lo tenue, en lo ambiguo, en lo que no pide ser visto pero, una vez observado, transforma nuestra percepción. Sergio Gómez nos muestra que lo que queda fuera de los focos es tan esencial como lo que se encuentra en el centro. Desde las raíces que se ocultan en las capas más profundas, hasta las superficies donde éstas florecen. Aquí, lo que no se ve es tan importante como lo que se muestra; lo que queda bajo tierra, como en el jardín, sustenta todo lo demás.